“En Busca de Redención
– Parte II”
“Matarla”
Leí
la palabra en su rostro y mente, aunque de ipso facto una respuesta salió de mi
boca.
-
Sobre mi cadáver. – gruñí. – ¡Intenta ver
en donde están ahora!.
-
Edward, mi don predice, no ve en tiempo
real…
-
¡Entonces ve hacia donde carajos se
dirigen! ¡Necesito saber en donde están!
La
velocidad del marcador descendió de 180 a 120 km por hora, y a pesar de que los
Porsches 911 Turbo tienen una
excelente reputación entre los más lujosos deportivos del mundo; en ese momento
se me antojaba más como un morrocoy cojo que avanzaba con lentitud exasperante.
Sus ojos apuntaban a la carretera pero su mente se iba colocando en blanco para
darle paso a imágenes. Imágenes que mostraban un Camaro SS negro con bandas
blancas del 67 volteado. No hace falta decir que se me hizo un hueco en la boca
del estómago, y eso fue antes de sobresaltarme al verlo explotar en una gran
llamarada. ¿En dónde carajos estaba Isabella? No podía estar ahí dentro…
El
violento retumbar de la bocina de un camión cargado de troncos de pinos y
cedros nos sacó a ambos del estupor. Alice giró con presteza a la derecha y
volvió a entrar en el sentido correcto de la carretera.
Treinta
segundos después, una explosión inundó de humo las alturas aproximadamente a
diez kilómetros de donde estábamos.
-
¡Mierda! – gritó Alice.
-
¡Muévete, Alice! ¡Muévete!
El
Porsche derrapó un poco en la curva, haciendo que los neumáticos levantaran un aullido
en medio del ahora demasiado silencioso camino. Aunque gracias al muy
desarrollado sentido del oído podía escuchar el exasperante crepitar de las
llamas del auto que había explotado. Por dentro me devanaba los sesos rezándole
al dios de las alturas y de cualquier religión, que no hubiese permitido que
Bella estuviese en ese automóvil cuando explotó, puesto que nuestra ponzoña que
nos recorre todo el cuerpo funciona como un combustible. Cosa que es muy
beneficiosa cuando se trata de un adversario a eliminar, pero cuando tu mujer
está involucrada en un incendio en un puto dolor de cabeza.
Unos
tortuosos tres minutos más de camino llegamos al sitio del suceso y me tiré del
carro prácticamente, me asomé lo más que pude entre las flamas que olía a
cuero, caucho y otras cosas achicharrada. No vi nada más que asientos ya
comidos por el fuego, y lo que quedaba de ellos estaba siendo destruido frente
a mis ojos. El Camaro estaba boca
arriba pero ninguno de sus ocupantes parecía estar allí, así que tanto Alice
como yo nos lanzamos en dirección al bosque siguiendo el rastro de ellos, que
antes por la premura de constatar si había alguien en el lugar del accidente;
no habíamos notado. Mientras Alice y yo
corríamos siguiendo dicho rastro en medio del bosque sin decir absolutamente
nada, intentaba desesperadamente conseguir algún hilo de pensamiento tanto de
Jacob como de Tanya, pero nada. Al menos durante siete kilómetros adentro…
De
pronto percibí una imagen de forcejeo.
El bastardo de Black sostenía a Isabella contra su cuerpo mientras ella se
retorcía entre sus brazos, entretanto la demente de Tanya se debatía entre
dejar a su secuaz a solas con su; según ella “enemiga”; o acabarlos a ambos en una sola movida. Pero ni confiaba en que él pudiese
retenerla mucho tiempo más para que le
permitiese a ella acabarle ni tampoco en que no apareciera otro peligro para el
cual pudiese necesitarle como aliado. Este por su lado, estaba pensando en lo
mucho que deseaba hacerme daño al apartarla de mi lado, y a su vez trataba de
conseguir una manera en la que pudiese llevársela sin tener que ir
arrastrándola y soportando los codazos que le estaba clavando en las costillas.
Su línea de pensamiento era como el de un paciente con ataque psicótico, pero
multiplicado por cien!.
Una
rabia fluyó en todo mi cuerpo y si esto hubiese sido una de esas caricaturas de
los Looney Tunes de seguro les
hubiese parecido una diana roja a los dos encima. Porque mataría a Tanya y a
Jacob con mis propias manos, de eso no cabía ninguna duda.
Cuando
solo quedaban unos cientos de metros entre ellos y nosotros la mente de Alice
comenzó a ver decisión tras decisión que era tomada por lo “los otros”. Si
decidían correr, se detenían puesto que deducían; muy acertadamente; que sería
una persecución sin fin; y tras aventurarse a discutir unas cuantas opciones
más decidieron quedarse y hacernos frente; lo que solo dejaba una opción.
Alguien moriría. ¿Serían ellos a nuestras manos o nosotros intentando salvar a
mi Bella?
Eso
fue algo que el don de Alice no me respondió en aquel momento.
Fui
el primero en irrumpir en el claro y momentos después lo hizo una furibunda
Alice, quien se plantó a mi lado derecho con una ferocidad en la cara que
demostraba de qué lado estaba con suma claridad. Frente a nosotros estaba una
Tanya levemente agazapada, con la pierna de adelante doblada hacia adelante
ligeramente y la de atrás extendida completamente, como una felina; se
preparaba a atacar por supuesto, y por lo que podía notar, miraba con rabia a
Alice, quien acaba de ponerlos en desventaja no solo por su don que me había
llevado hasta ellos, sino que se disponía a luchar cuerpo a cuerpo.
Bella
se había quedado paralizada en los brazos de Jacob por un segundo, clavó su
mirada en mí y sus ojos adquirieron un brillo de agradecimiento. Pero fue antes
de que el muy bastardo la tomase con fuerza de la cintura y la aplastase con
más fuerza contra él. Entonces mi autocontrol se hizo mierda.
-
¡Suéltala! – rugí como una bestia en medio
de ese bosque. – Si tienes un poco de sentido de supervivencia, lo harás. - Jacob
sonrió con ironía a la vez que la apretaba más contra sí. Isabella se removía
entre sus brazos y yo sin poderme contener ni un segundo más me eché encima de
él. En ese momento todo cambió vertiginosamente. Mientras que yo me lanzaba
contra Black, Alice lo hizo contra Tanya, quien a su vez pensaba hacer lo mismo
con Bella. Y esta última fue empujada por mí fuera de la prisión de los brazos
del maldito desequilibrado de Jacob Black.
Tanya
trataba de lanzar golpes contra Alice pero esta preveía cada uno de sus
movimientos y los esquivaba con la precisión de un maestro, en ese momento no
pude evitar pensar que era alguien menos por quién preocuparme. No siendo así
con Bella, quién trataba de decidir a quién apoyar en la lucha, si a su hermana
o a mí. Yo, que en ese momento estaba en plena repartición de puños con “El
Renacido – Mal Nacido” alcé mi voz y la miré por un segundo:
-
¡Lárgate de aquí, Bella! ¡Vete con
Carlisle!
-
¡No! – gritó ella y embistió contra Tanya,
quien en ese momento se había vuelto tratando de asestarle un nuevo golpe a
Alice. Bella logró hacerla caer al suelo y Alice aprovechó para saltarle
encima…
Entonces
sentí como si una grúa de carga larga acabase de estrellarse contra mí. Jacob
Black acababa de estrecharme entre sus brazos de manera aplastante. Su fuerza
neonata me estaba limitando a buscar una posible solución inteligente, pero
aquello era más fácil de decir que de hacer cuando alguien te está aplicando
una llave con la fuerza de una tracción equivalente a tres toneladas. Ciertas
extremidades de mi cuerpo chirriaban como si se estuviese doblando un poderoso
acero, la sonrisa de satisfacción de Jacob me insuflaba ira a cada segundo;
pudo haberme hecho pedazo allí mismo, partiéndome por la mitad y arrojándome al
fuego para deshacerse de mí; pero por lo visto Tanya se guardaba los secretos
de destrucción de un inmortal para ella misma. Entonces aproveché un momento en
el que él aflojó la presa de sus brazos y lo empujé con todas mis fuerzas
restantes contra un viejísimo cedro de gran tamaño. El tronco se partió y cayó
llevándose consigo unos árboles más jóvenes. Se levantó con la ropa toda llena
de barro y musgo, bufando por la nariz y con la mirada encendida, que en ese
momento era negra azabache por la falta de caza.
-
Te voy a matar. – gruñó. – Te voy a
arrancar esa maldición que me dejaste a mí y que tú llamas eternidad. - Los
ojos estaban un poco desenfocados, como si de un lunático.
Había
llovido hacía unas pocas horas por lo cual su ropa se había ensuciado, y eso
aunado a las manos engarfiadas, el cabello desordenado, vestido con lo que
ahora eran harapos y una sonrisa macabra, era la viva estampa de la amenaza en
pasta, lástima para él que yo estuviese tan cabreado como para pararme a pensar
en consecuencias. Él había tomado algo que era mío, podía darse por muerto.
Punto final.
-
Que yo sepa, mi objetivo era eliminarte no
darte vida eterna. ¿Quieres matar a quién te jodió la vida? Pues Tanya está un
poco más atrás de nosotros, por si querías saberlo. – me encogí de hombros,
fingiendo desinterés. – Por mi parte te mataré igual. Tocaste a Bella contra su
voluntad; así que estás jodido, mi amigo. Date por muerto.
Me
agazapé esperando cual sería su próximo movimiento, el cual era sumamente
previsible al impulsarlo hacia delante para atacarme frontalmente, así que lo
esquivé y me paré a su espalda sonriéndole con superioridad. Iba a disfrutar
muchísimo al acabar con él y quería que fuese lentamente. Volvió a saltar hacia
adelante solo que en el último segundo giró en mi misma dirección y por poco me
atrapó, cosa que le debía al don de velocidad que poseía.
-
Estás aprendiendo, novato. – le dije con satisfacción
casi profesional.
-
Tu soberbia será tu perdición, Cullen. Y yo
seré quien disfrute de tu fin. Eres una aberración de la naturaleza y ahora yo
también…- entonces comprendí el porqué de tal odio que me profesaba. No era
porque lo hubiese querido matar, ni siquiera porque Bella se hubiese quedado
conmigo después de todo; que era lo que yo pensaba; sino porque me culpaba de
su pérdida de humanidad. Y en eso tenía toda la razón. - …pero voy a corregir
eso ahora mismo.
En
una danza antinatural y letal corrimos, nos esquivamos, nos golpeamos repetidas
veces y nos estampamos contra el suelo muchas más veces de las que pude contar.
Varios metros detrás de donde ambos luchábamos Tanya estaba dando una pelea más
que formidable contra Bella y Alice. No podía enfrascarme demasiado en lo que
pensaban las que podía “escuchar” puesto que perdería
concentración en mi batalla y eso sí que sería letal. Aún así imágenes de Tanya
contra el suelo y golpes contra Bella o Alice se filtraban en mi mente a cada
momento. Estaba cerca del límite de colapsar entre pelear y rechazar las
imágenes mentales y estar alerta para proteger a Bella.
Y
fue precisamente eso lo que me derrumbó…
Tanya
era una luchadora ágil, esquivando incansablemente los ataques de ambas y
recuperándose de los que recibía; se movía magistralmente por los límites de la
presciencia de Alice, respondiendo a sus ataques en vez de decidir sus
movimientos. Obviamente esperaba algún paso en falso de ella. Y sí que lo
aprovechó mientras la pequeña duendecilla daba una voltereta en el aire, Tanya
se arrastró fuera de su alcance impactando contra Isabella y desorientándola
por un segundo, tiempo que fue más que suficiente para que esta pudiese tomarla
por la cintura con una mano y por el cuello con la otra. Alice se detuvo en
medio de otro contraataque que impactaría justo delante de la cabeza de ella,
Bella lanzó un grito de rabia y dolor cuando esta la asió con fuerza y le
retorció la mano hasta un posición antinatural, fue entonces cuando me giré
dispuesto a hacer lo que ni Alice ni ella habían hecho; matar a Tanya. Pero el
maldito bastardo desequilibrado tomó mi brazo con suma rapidez, tanta que ni
siquiera pude hacer nada cuando vi que pretendía arrancarme la extremidad de
raíz y aunque deslicé el brazo lo más rápido que pude el muy cabrón alcanzó mi
mano izquierda arrancándome los dedos anular y meñique.
Lancé
un aullido de dolor que atravesó el follaje y el relativo silencio del bosque
que en ese momento se notaba espectralmente silencioso.
-
Awwww ¿te dolió, Cullen? Pero si a penas
empezamos! – dijo Jacob con abierto desprecio, antes de dejarme atónito al
voltearse y tirar mis dedos lo más lejos que dio su fuerza. Lo cual se traducía
en kilómetros y kilómetros en donde podían caer. Me acababa de joder.
Ignoré
la sensación de dolor y pérdida y emprendí contra él de nuevo que se rió
macabramente a rebotar contra el suelo.
-
Ponte de pie, maldito desequilibrado.
¡Ponte de pie! – le grité fuera de mí mismo – Quiero verte a la cara cuando te
mate. ¡Ponte de pie!
Se
carcajeó y dejó caer la cabeza hacia atrás mientras se burlaba, momento que
aproveché para lanzarme contra su yugular y arrancarle la cabeza de raíz, pero
el tipo estaba preparado y aprovechó su posición para impulsarme hasta atrás de
él antes de girarse y agazaparse antes de saltar. Con mi mano buena contra el
suelo y las piernas medio flexionadas me impulsé hasta chocar contra él en el
aire y caer rodando, pero entonces un grito de una voz terriblemente familiar
me hizo girar la cabeza de ipso facto en dirección al ruido. Giré el tronco con
presteza, levanté el antebrazo y le incrusté en la nariz un buen golpe antes de
bombearlo lejos y poder salir corriendo hasta donde estaban las chicas y la
psicópata. Tardé menos de tres segundos en llegar. Alice tenía la cabeza de
Tanya entre las manos, y el cuerpo de esta estaba en el suelo retorciéndose en
espasmos que daban más asco que la ponzoña que derramaba la cabeza chorreante.
Bella
se giró cuando me sintió y se estaba acercando cuando volví a notar a Black
pegado a mi espalda me giré de golpe interceptando un golpe que iba directo a
mi espalda. Escuché a Bella gritar mi nombre aterrorizada y a Alice llamarla
con rudeza para que le ayudase a desmembrar a Tanya con rapidez para luego
prender una pira con sus restos. Pude ver como en la mente de Jacob se
dibujaban distintas escenas en las que planeaba hacer los mismos. Alice le
acaba de informar como es que se mataba un inmortal. ¡Maldición!
-
¡Isabella, concéntrate! Si las llamas te
tocan lo suficiente arderás como si estuvieses cubierta de gasolina. La ponzoña
es combustible.
Mientras
Alice le explicaba entre nerviosa y atareada a Isabella como debía hacer las
cosas. Jacob y yo nos adentrábamos en la lucha y yo trataba de alejarlo lo más
posible de ellas. No quería que Bella viese como asesinaría a su “ex amigo”. Su
única conexión con su vida anterior. Así que cuando estuvimos lo
suficientemente lejos me volví más feroz en mis movimientos y tiraba a matar de
una vez por todas, se había acabado el tiempo de jugar y tenía que reconocer
que el neófito parecía ser muy diestro a la hora de aprender sobre la marcha.
Me
sonrió con ironía de nuevo al hablar.
-
Casi me enternece que trates de proteger a
Bella de los horrores que planeas hacerme. Aunque la palabra clave de todo esto
es “casi” ya que estoy luchando contigo a muerte por una razón, y esa no es
precisamente que yo sea el villano de esta historia.
-
¿Ah no? porque el hecho de que hayas
raptado a Bella para apartarla de mí para joderme la existencia y ahora
intentar asesinarme no me parece una conducta de un príncipe encantado, cabrón
disociado.
-
¡Tú me convertiste en esto! – se irguió
repentinamente y se frotaba los antebrazos con fuerza como si estuviese sucio.
Su mirada mostraba desesperación y desaprobación a partes iguales. Lo que
obviamente ratificó el motivo de su odio hacia mí y hasta logró hacerme sentir
miserable al querer matarlo. Parecía que la presencia de Carlisle estaba
influyendo de alguna manera en mí de nuevo. – Estoy condenado a vivir con esta
maldita sed toda mi vida. ¡Si es que esta mierda de existencia se puede llamar
vida! No duermo, no siento ni frío ni calor, la comida no me sirve de nada y
necesito matar seres para poder mantener a raya al monstruo que llevo adentro.
– de pronto comenzó a reírse de una forma inquietante e histérica. - ¿Sabías
que a pesar de todo jamás he matado un ser humano? Me niego a perder el último
atisbo de humanidad que me quitaste. ¡Me niego!
-
¡No fui yo quién te convirtió, Jacob! No
seas absurdo. Yo no te quería transformar en esto. Simplemente te quería fuera
del camino. ¡Tanya fue la que te usó! Mi error en toda esta ecuación sería mi
jodido narcisismo, pero no me achaques culpas que no tengo.
-
Pero fue por tu culpa que ella me volvió….esto. Me arrastró con ella a su casa en
Denali con la excusa de que ahí estaríamos tranquilos hasta que llegase el
momento perfecto de vengarnos de ti. Así que permanecimos allí solo unas dos
semanas y luego nos mudamos a su escondite en New Hampshire, una sencilla
cabaña en el bosque a cinco kilómetros y medios desde tu “hogar, dulce hogar”.
Cerca de ti pero lo suficientemente lejos del alcance de tu don. También tuvimos el cuidado de alejarnos de los senderos por
donde solías salir de caza junto con Bella. Pero nos facilitaste las cosas el
día de tu discusión con ella. Sí, ese día te estábamos vigilando más carca de
lo que crees y en los límites de tu poder; supongo que es beneficioso que Tanya
haya sido una acosadora excelente y minuciosa; así que cuando ella se escapó la
seguimos por el bosque. Tanya insistía en eliminarla del mapa de una vez… -
tragué grueso al darme cuenta que por mi estupidez había puesto en juego la
vida de Isabella. – Pero yo le expliqué que sería mejor esperar a ver cuál sería su
movimiento, entonces se topó con Alice y Rosalie, lo que nos retrasó un poco
más los planes. Aún así, le seguimos el paso hasta llegar a esta ciudad. Nos
hospedamos en Forks Motel, y espiábamos a la “familia feliz”. Teníamos la certeza de que vendrías a por ella
porque no solo estabas obsesionado con Bella, se veía que sentías mucho más por
ella; pero por supuesto que un ser tan malditamente egoísta como tú no podía
mostrarse vulnerable. Imagino que aún ni siquiera le has dicho que la amas.
¡Ja! Tu cara lo dice todo. Eres un maldito cobarde.
Lo
era. En eso tenía toda la razón, puesto que ahí estaba enfrentando a muerte a
alguien a quien creía mi enemigo porque quería apartarla de mi lado y aún así,
después de todo lo que ella y yo habíamos pasado; peleas, reconciliaciones,
sexo, y muchas cosas más; no le había dicho lo más importante. Que la amaba.
Que si moría en ese instante me pesaría el no haber hecho las cosas mejor en
muchos sentidos. Y además…todavía no le había pedido perdón…el perdón que ella
se merecía. Ni tampoco a Carlisle…
Jacob
se puso en guardia de repente y fue tarde cuando vi que Bella lo embestía
lanzándolo hacia atrás con una fuerza tal que abrió un surco en la tierra que
parecía como si un sismo de gran magnitud hubiese abierto la tierra. Lo miraba
con furia y aunque me deleité por un segundo con su actitud protectora, tuve
que reaccionar con prontitud porque el bastardo decidió olvidarse de que habían
sido amigos antaño.
“…Ahora ella también es una
abominación…está de su lado…debe morir”
Intercepté
el golpe que iba dirigido a la cabeza de Isabella y que fue capaz de hacerme
tambalear, oportunidad que el jodido chiflado de Jacob utilizó para arrancarme
un brazo y hacerme aullar de dolor. Escuché como la extremidad caía al suelo. Había
sido el derecho. De donde me había arrancado los dedos apenas unos momentos
atrás. Bella bufó con rabia y dolor ante la escena.
Intenté
defenderme pero giró con suma presteza, tomándome desprevenido y usando a su
favor mi desconcierto por las heridas sufridas; entonces tomó mi cabeza entre
sus manos; aferrándola con fuerza desmedida. Tan solo necesitaba dos
movimientos y me habría extinguido de la faz de la tierra.
-
Haces un atisbo de movimiento, Isabella
Marie Swan; y le arranco la cabeza a tu amado fenómeno. – su voz era la que
empleaba un maniático; incluso cuando sonreía de aquella manera tan estridente.
Su sonido era como el de uñas en la pizarra. - ¡Así que retrocede de una puta
vez!
Ella
entrecerró los ojos y lo miró con incredulidad y desprecio a la vez.
-
¿Te has visto en un espejo últimamente,
Jacob? ¡Tú también eres uno de nosotros…
-
¡No! ustedes son unos monstruos! ¡Ustedes,
no yo! ¡Yo no quería esto!...
-
¡Y aún así lo eres! – le gritó. Su
cabellera ondeaba al viento que anunciaba una lluvia próxima. Lluvia que quizá
apagaría las llamas del auto volcado, puesto que todavía no se escuchaban
ambulancias alrededor. Quizá si aparecieran el vampiro maniaco por problemas de
identidad se espantaría y saldría corriendo, pero eso sería pedirle demasiado a
mi ya sellado destino. Tenía mi boleto directo y sin escalas para el lugar en
donde quiera que yacieran las almas de los bastardos más egoístas y narcisistas
del mundo. – ¿Te atreves a decirle a él monstruo y tú eres el que está
sujetando su cabeza para arrancársela de los hombros sin piedad? ¿Quién es aquí
realmente “la aberración”, Jacob?
Porque según a como yo lo veo, eres tú el que debería ser eliminado.
A
pesar de la rabia contenida en sus palabras, hizo lo que él quería. Sus ojos
brillaron de una manera que sugería que si hubiese humana estaría llorando en
ese lugar y momento preciso. Entonces comprendí que estaba en donde merecía
estar: por haber robado el brillo de humanidad de un ser tan transparente como
Bella, por haber abandonado a quien había sido el padre que había necesitado
tener. Al que le debía lo poco bueno que había en mí, y eso la incluía a ella,
a quien me devolvió a la vida cuando estaba muerto en vida.
-
Te amo… - le susurré cuando vi en la mente
de Jacob que iba a hacer el primer movimiento, en el que me desencajaría la
cabeza de la columna vertebral. Con el segundo, tiraría de esta y finalmente
todo acabaría. – Y siento todo lo que te hice. Incluso existir. – cerré los
ojos y acepté que el desenlace de la historia, el final del camino, y el resto
de mierdas que se decían en situaciones afines; estaba encima de mí con ganas
de terminar de descuartizarme.
Sentí
un tirón y perdí la vista. Escuché el grito desgarrado de mi Bella y eso fue
todo.
00000000
Nada
de luces blancas al final del túnel oscuro, ni voces cálidas instándote a pasar
al “País de los acostados” con el Ave María, ni trompetas siendo tocadas por
arcángeles…No. No había nada de eso para mí en el “otro lado”. Solo oscuridad.
Sentía los músculos del cuerpo como si pesasen una tonelada, y a pesar de eso
me sentía cómodo, liviano…como si estuviese en una especie de limbo.
No
podía ver nada aunque lo intentaba con todas mis fuerzas. Todo era oscuridad y
esa jodida sensación ingrávida que la acompañaba. Tal vez en una media hora
comenzaría a sufrir un ataque de pánico, y sería entonces cuando me daría
cuenta de que este era mi infierno personal. Suspendido en la nada, acompañado
por nadie.
Sin
ella…sin Bella.
Tendría
eso bien merecido. Había matado: violadores, pederastas, asesinos, golpeadores,
narcotraficantes; había mentido, había robado; había arruinado vidas. Aunque en
realidad solo me importaba una en especial, por lo tanto un numerito a lo ¡Dios
– por – qué – a – mí! No me quedaría nada bien. Aceptaría lo que me tocara de
buen modo hasta donde me lo permitiera la cordura.
-
Edward. – la voz de mi Bella comenzó a
retumbar contra las paredes inexistentes de aquella oscuridad. – Edward, ¿me
estás escuchando?
-
Sí. Ya lo debería estar haciendo. –
reconocí esa voz. Era Alice. ¿Pero en donde estaban? ¿Por qué no podía verlas…?
Me
comencé a recobrar la conciencia sobre las distintas partes de mi cuerpo. Moví
las piernas probándome a mí mismo que no estaba en alguna especie de pesadilla
o alucinación del “más allá”. Parpadeé y pude notar como las imágenes
comenzaban a tomar forma delante de mí. Isabella y Alice estaban justo delante
de mi campo de visión, bloqueándome la vista de cualquier cosa que no fuesen
ellas y sus hermosos ojos amarillos. La primera estaba a mi derecha y la
segunda a la izquierda. Levanté el…
Me
erguí de golpe y las miré desconcertado antes de luego volver mi vista a mi
lado derecho que…estaba vacío. No había brazo. No había nada, solo un hombro
redondeado del que no guindaba absolutamente nada.
Me
toqué el lugar donde solía estar mi extremidad y todo el ambiente se cargó de
tensión.
-
El área cicatrizó antes de poder juntarla
con el brazo. Lo siento, hijo. – Carlisle soltó a Esme que lo tenía asido por
la cintura mientras me miraba con pena y preocupación sinceras. Su mente
divagaba entre miles de posibles comentarios de aliento que quería expresar
pero que al final no se atrevió a hacerlo. En el fondo se lo agradecí; podía
haber estado en proceso de ser un ser más ameno pero acaba de regresar de la
muerte. De nuevo, y no por hacer una nueva transformación sino por haber
escapado de las garras del homicida demente de Jacob Black, cosa que aún no me
explicaba. Dio unos cuantos pasos hacia mí con cuidado, puesto que no quería
sobresaltarme o hacerme sentir intimidado. – Hubiese querido hacer más por ti.
Entonces
una secuencia de hechos me hicieron comprender lo que antes no podía…o no
sabía; sería más acertado de decir en este caso.
Carlisle había llegado con Jasper
justo en el momento en que Jacob me había desprendido la cabeza de la columna
vertebral y procedía arrancarla de mis hombros de un mordisco. Ciertamente clavó
sus dientes en mi garganta pero un golpe seco lo mandó lejos de mi cuerpo que
cayó laxo al suelo como en una especie de cámara lenta con la cabeza pendiendo
hacia atrás de manera antinatural. Carlisle bufaba rabioso mientras me tomaba
en brazos y me examinaba. Hale por su parte se lanzó contra Jacob pero no pude
más que notar gruñidos y desgarros, así como sonidos secos provenientes de los
golpes que se estaban regalando aunque no sabía quien salió peor parado.
-
Te
vas a poner bien, hijo…- tomó mi cabeza entre sus manos y con un sonido tétrico
la encajó donde debía…al menos esta dejó de guindar de manera horripilante. Luego
dirigió su vista al hombro que ya estaba totalmente cicatrizado…
-
¡Mierda!
– gruñó exasperado. Era la primera vez en más de medio siglo que escuchaba a
Carlisle decir alguna grosería y lo había hecho en un momento de desesperación
por no poder ayudarme. Los ojos me escocieron cuando comprendí que tenía
sentimientos de culpa al sentir que me había fallado al no poder protegerme…
-
¡Nunca
toques lo que es mío!
Un grito interrumpió el hilo de
pensamiento de mi padre, él giró su cabeza y vio que mientras Jasper sostenía a
Jacob Black con los brazos doblados de manera dolorosa hacia atrás, Bella había
rodeado el cuello del demente con sus manos que tenía engarfiadas y le arrancó
la pieza de los hombros sin necesidad de morderlo. La dejó caer al suelo y la
vio con asco…
Me estremecí por dentro al verla tan
letal y protectora. Tan…mía.
Ella se aproximó con desespero a donde
estábamos, entre tanto Jasper se sacaba un Zippo del bolsillo izquierdo antes
de dejarlo caer en el cuerpo de Black que ardió sumamente pronto inundando el
ambiente de un desagradable olor a incienso de iglesia y caucho quemado.
El sonido de unas sirenas llamó la
atención de todos.
Hale se volvió hacia nosotros con
vehemencia:
-
Se
aproximan las patrullas de las que nos previno Alice.
Carlisle me tomó en brazos y salió
disparado con Bella y Jasper pisándole los talones.
La
escena se interrumpió.
Supe
que él había hecho esta rememoración de hechos para que supiese lo que había
pasado en realidad, y se lo agradecía inmensamente; eso sin contar lo mucho que
había hecho por mí en ese momento en el que estaba más muerto que vivo en el
sentido más literal e irónico.
Clavé
mis ojos en Carlisle con la garganta apretada.
-
Gracias…por absolutamente todo. No solo por
salvarme la vida esta vez, sino por hacerlo cuando esa Fiebre Española me estaba matando en 1.914, lo había perdido todo y
tú decidiste hacerme parte de tu familia…- escuché el gimoteo de Esme quien
estaba conmovida, Alice sonreía con autocomplacencia al estar segura de que
gracias a ella las cosas ahora estaban en su sitio, Jasper oscilaba su mirada
entre la cara de idiota que ponía cada vez que veía a la individua antes
mencionada y una expresión de agradable consternación al estarme escuchando
decir lo que hacía mucho tiempo debía haber dicho. Bella; mi todo; estaba a mi
lado en silencio, con su mente que seguía siendo un misterio para mí pero que
sus ojos delataban. Estaba emocionada y asía mi ahora única mano entre las
suyas estrechándolas de tanto en tanto y sonriéndome como si yo fuese lo más
hermoso del mundo para ella. Muy a pesar de estar incompleto…- Lamento haberte
hecho daño al abandonarte y también haberte tratado como si me hubieses robado
algo…- clavé mi mirada en Bella – cuando lo único que hiciste fue hacer lo que
yo debía, cuidarla.
Isabella
se sentó a mi lado y posó su cabeza sobre mi hombro, seguí apretándome la mano.
Carlisle rodeó la cama y se colocó a mi lado izquierdo, se inclinó sobre el
colchón y en un gesto paternal me besó la mejilla.
-
No importa que te hayas ido ni tampoco el
porqué. Estás aquí, conmigo, eso es lo único que cuenta. – me sacudió por la
nuca con una emoción desbordante en su mirada amarilla color citrino. – No me
des las gracias por salvarte, un padre haría lo que fuese por su hijo.
Bienvenido a casa de nuevo, muchacho. – volvió a zarandearme la nuca y se puso
en pie dedicándome una tierna sonrisa.
Se
acercó a Esme y la abrazó por la cintura arrastrándola hacia fuera para ir
concediéndome privacidad. Alice se acercó a Jasper y le tocó el antebrazo de
manera tímida antes de que él le tomase de la mano antes de dirigirse a la
puerta también.
-
¡Hey, Hale! – le grité para llamar su
atención, cuando giró la vista le hablé con sinceridad. – Te agradezco todo lo
que hiciste. Eres el primero que he considerado amigo, lamento haberme tardado
tanto para admitirlo.
Él
sonrió conmovido por un momento y luego me dirigió una sonrisa más sarcástica.
Muy a “nuestro estilo”.
-
No me digas que la “casi muerte” te puso
cursi. Ahórranos estos momentos empalagosos para cuando estemos solos. Haces
que mi reputación y sexualidad se vuelvan dudosas.
-
¡Cabrón!
-
Si. Ese es el Edward que me agrada. – todos
los presentes nos carcajeamos antes de que Bella y yo nos quedásemos a solas en
un cuarto que parecía dispuesto para posibles visitas en la casa de los Cullen.
Clavé
mi mirada en la suya y le sonreí.
-
Bueno…creo que eran los últimos ya que la
rubia odiosa no ha aparecido por aquí. A lo mejor no le gustó mucho el hecho de
que me salvaran. ¡Ouch! ¿por qué me golpeas?
-
Porque si bien es cierto que Rosalie no es
tu fan número uno, estuvo muy preocupada mientras nosotros estuvimos en el bosque. De hecho, cuando Alice
se fue de allí; luego de acabar con Tanya; para traer el coche a casa para no
dejar rastros de los Cullen en ese accidente en la Willow Creek…- Ahhhh, así que por eso la enana se había
desaparecido. Había visto que venían las patrullas. Condenada genio. Con razón
estaba sonriendo tan ampliamente. – Llamó a Carlisle y a Jasper para avisarles
el punto exacto donde estábamos; si no hubiese sido por ella…
Ambos
nos estremecimos al pensar en las consecuencias de que tanto mi padre como mi
amigo hubiesen llegado unos segundos más tarde.
-
El punto es que Rose salió disparada hacia
el bosque aunque para cuando se encontró con nosotros ya íbamos de regreso.
Así
que la Barbie de Hielo había ido a
ayudar. Sentí una especie de remordimiento por ella.
-
Vale. Siento ser tan ligero de lengua le
dije a Bella y apoyé mi mejilla sobre su cabeza. ¿Por cierto en dónde está?
-
Salió de caza. Ya le tocaba. Me imagino que
ya debe de estar por volver.
Respiré
profundo, inhalando un extraño remanso de paz que hacía mucho no tenía. Me
llevé la mano a la garganta que me escoció por un momento…¡tenía una cicatriz
inmensa allí con forma de media luna! Con incredulidad y pena solté una
risotada que no tenía nada de feliz. Bella levantó la cabeza de mi hombro y me
miró con preocupación.
-
¿Qué ocurre?
-
Al fin soy el reflejo del monstruo que
siempre he sabido que soy.
Ella
me miró atónita un segundo antes de rodear mi cara y besarme con ternura apremiante.
-
¡Creía que te había perdido! ¿acaso crees
que tus cicatrices en un monstruo? Porque para mí eres aquel que arriesgó su
propia vida con tal de ponerme a salvo. No diré que no importa lo que hiciste
en el pasado; porque no es así. pero eso me hace valorar hoy mucho más lo que
pusiste en juego por mí. – entonces lo dijo por primera vez. – Te amo. Amo
incluso a ese “monstruo” que dices ser. Te lo dije una vez y te lo confirmo: no
quiero un santo, solo quiero al chico malo, tierno y apasionado del que me
enamoré. Lo demás no me importa como venga.
-
¿No te importa que no sea… – la palabra
“hermoso” se me hacía demasiado marica como para pronunciarla. Toqué la
cicatriz que tenía en el cuello y luego recorrí el lugar donde solía estar mi
brazo derecho. - …como antes?
Ella
meneó su cabeza de lado a lado negativamente y con sus ojos brillando con pena
y adoración a la vez.
-
Lo único que me importa es que te quedaste
conmigo y así será por el resto de la eternidad, como siempre quisiste que
fuera. Y como yo ahora también lo deseo.
Deseé
decirle que la amaba más que a nada en este y cualquier mundo que pudiese
existir. Que aun cuando me creía muerto y había escuchado su voz sentía que
quería vivir solo por estar con ella. Que había revivido lo poco bueno que
había en mí y que la admiraba por ser tan fuerte como para dejarme cuando me lo
merecía y tan compasiva como para perdonarme a pesar de todo lo que le había
hecho.
Al
final solo le dije…
-
Siento que solo tenga palabras para pedirte
disculpas. Quisiera expresarte mi amor de mil y un formas que no sé si como
hacerlo.
-
Entonces dime solo eso.
-
¿Qué te amo?
Asintió.
-
Con eso me basta y me sobra. Ahora bésame.
Sonreí
contra sus labios y la besé con ternura. Ya conocíamos la pasión recalcitrante,
la necesidad corrosiva, pero jamás le había amado como correspondía…
-
¿Puedo hacerte al amor, Isabella Marie
Swan? – le pregunté junto sus comisuras.
Me
besó de nuevo y delineó mi labio inferior con la punta de su lengua.
-
¿Puedo hacértelo yo a ti?
Asentí
y la tendí sobre la cama trastabillando un poco y haciéndole caer no muy
delicadamente por mi nueva descoordinación.
-
Lo siento. Es que… el brazo…- colocó un
dedo sobre mis labios.
-
Está bien. No pasa nada, cielo. Ya nos
acostumbraremos. – y volvió a besarme introduciendo su lengua en mi boca para
silenciarme. Y me gustó; porque no dijo ninguna frase del tipo lastimera y
exacerbante como lo sería “esto no te ha cambiado” “velo como un nuevo tú” o
mierdas así. solo dijo lo que sería nuestra realidad. Aprender a lidiar con mis
“nuevas características físicas”.
Me
coloqué sobre ella y me recargué sobre el antebrazo izquierdo mientras le
besaba los labios, el cuello el escote en v de la camiseta de algodón gris que
tenía en ese momento. Sus dedos acariciaban mi cuero cabelludo excitándome de
una manera sutil, descendió por los costados de mi cara, me tensé cuando pasó
por mis hombros pero me ignoró y siguió hasta mi cintura, introdujo la mano por
donde terminaba la franela y fue retirándomela poco a poco. Me tuve que
arrodillar en el colchón para retirármela y dejarla caer al suelo. Ella pudo
haberme ayudado pero sabía que lo último que necesitaba en ese momento; eso
también se lo agradecí en mi interior.
Pieza
a pieza nos fuimos desnudando, repartiendo besos de manera intermitente en
distintos lugares que iban quedando a nuestra disposición luego de librarlas de
la ropa estorbosa. Al final me cerní sobre su cuerpo desnudo. Totalmente pegado
a cada cuerva introduje mi mano entre nuestros cuerpos y le acaricié los labios
íntimos que ya rezumaban humedad. Tracé círculos; a veces rápido, a veces
lentos; todo dependía de su nivel de excitación. Cuando estaba al límite la
obligaba a retroceder y volvía a encenderla. Sin poder controlarme, mientras le
masturbaba con mis dedos también le acariciaba con mi sexo hinchado.;
torturándonos así a ambos a la misma vez. cuando ambos estuvimos muy cerca del
precipicio del placer de nuevo retiré mi mano y me apoyé en el codo para estabilizarme
y en una coordinación tácita de deseos Bella tomó mi erección entre sus dedos,
me colocó en su entrada instándome a penetrarla. Lo hice pero con mucha
delicadeza y lentitud. La punta del glande…la mitad de mi pene erecto…la base
rígida y tensa de mi miembro. Ambos jadeamos cuando ya no quedaba más espacio
entre nosotros. Uní mis dedos con su mano y me sujeté con fuerza para empezar a
embestirla con suavidad. Ondulando mis caderas en cada penetración como una
serpiente en el desierto de arenas calientes. Tan calientes como ese centro
suyo que me abrazaba exquisitamente el sexo. Jadeé su nombre algunas veces,
ella hizo lo mismo. Me dijo que me amaba, le prometí quedarme para siempre con
ella y cuidarla. Rodamos hasta que ella quedó encima, moviendo su caderas de
adelante hacia atrás con delicada sensualidad.
Me
sentí tentado a tocar sus pechos pero indicaría que debía soltar su mano y no
quería hacerlo, así que me levanté y lamí sus pezones a mi antojo haciéndola
estremecerla de pies a cabeza, haciéndome disfrutar de dichos estremecimientos
por las deliciosas sensaciones que me provocaban. La ternura fue cediéndole el
paso a la urgencia, quien aceleró los movimientos de ambos en busca de esa
liberación que se había tardado tanto en llegar. Nos encorvamos y gemimos
cuando el éxtasis nos barrió mezclando nuestras esencias en donde nuestros
cuerpos se unían. Clavó sus uñas en mi mano pero no me importó.
Al
fin estaba donde tenía que estar y cómo deseaba estar. Siendo amado sin
importar mis defectos. Tanto por mi compañera como por mi recién recuperado
padre. Eso sin contar la promesa de una familia en la eternidad. Sin duda era
más de lo que esperaba tener algún día.
000000000
-
¡No quiero esa mierda rosa! – espeté con
decisión al ver el tono que Alice deseaba poner en las cortinas de la cabaña. -
¿quién crees que va a vivir en la cabaña? ¿el jodido RuPaul?
-
Edward…ese vocabulario de cloaca…
-
¡Pero Carlisle…! ¿es que acaso no ves que
tu hija quiere convertir mi futura casa en el hogar de Barbie? Yo me opongo. –
mi padre suspiró con una sonrisa y se dio por vencido, mientras que Alice, Esme,
Bella y yo decidíamos los por menores de la decoración de la cabaña.
-
¡No es rosa, ignorante! Es color salmón
primavera.
-
Suena más gay cuando lo dices así.
-
Esme, haz el favor de explicarle al
cavernícola que tienes por hijastro que no es lo mismo. – replicó Alice tirando
el retazo de tela contra el resto de las telas entre las que estábamos
decidiendo.
La
dulce esposa de Carlisle se rió y tomó un precioso tono de azul grisáceo.
-
¿Este te gusta, Edward? – asentí. – Pues ya
tenemos un finalista
-
¡Estás en mi contra, Esme. No es justo!
-
A mí me gusta el color.
-
¡Entonces tú también lo estás, Bella! No
puedo con esta gente tan básica y predecible en cuanto a decoración. – se
enfurruñó en el sofá y nos miró a todos con cara de pocos amigos. Claro eso fue
antes de que sus pensamientos se viesen interrumpidos por una Rosalie cubierta
de sangre, escena que disfrazó automáticamente recitando para sí la receta de
un creme bruleé. Fruncí el ceño con recelo y viéndola con cara de exijo – una –
puta – explicación – como – AHORA – MISMO. No es que amara a la rubia pero
mínimo le debía lealtad por…
La
puerta se abrió de un golpe violento que nos hizo ponernos en pie. Incluso Jasper que estaba metido en su laptop ajeno a
los que hacíamos todos hasta ese momento.
Rosalie
irrumpió en la sala de estar y colocó a un humano seriamente herido sobre el
sofá. Su cara estaba rasguñada levemente pero con unos cuantos hematomas. Sus
brazos eran otra historia, al igual que sus piernas que tenían claros zarpazos
de un oso. Había perdido mucha sangre, se notaba en la palidez de su tez. Medía
casi dos metros y era corpulento, iba vestido con los harapos de lo que antes
del ataque había sido ropa de caza. Su cabello era negro y con unos pequeños
rizos.
El hambre me quemó en la garganta cuando clavé
mis ojos en la fractura abierta que desfiguraba su tibia derecha así. Carlisle
mantuvo la calma como si tuviese en frente un pedazo de pan duro, a diferencia
de la mayoría de nosotros que peleábamos con el instinto vampiro y los
principios en los que mi padre había creado la familia.
-
Ayúdalo…sss…sálvalo, Carlisle. Por mí. –
Rosalie lo miraba con profunda preocupación y pena. No lo dejes que muera, por
favor.
Él
se puso inmediatamente a inocularle ponzoña en los lugares donde el pulso aun
corría pero de manera débil.
Miré
a Alice y le hablé con los labios aprovechando el foco de distracción de los
demás.
¿Esto
fue lo que viste?
Si.
¿Y
por qué no le dijiste nada a Rosalie cuando salió de caza?
Ella
clavó su vista furtivamente sobre mi hombro sin brazo y me dijo:
No
siempre debo decir lo que veo. A veces debo dejar que las cosas sigan su curso
para que la persona pueda sacar algún aprendizaje de esto. O evito que le dé
miedo enfrentar el futuro que a la larga es mejor para esta.
Entonces
miré a Bella, quién estaba al borde de perder los estribos. La veía, y en ella
todo lo que habíamos pasado. Quizá si alguien me hubiese avisado todo lo que el
camino escabroso me deparaba hubiese reculado y ahora me encontraría recluido
en mi casa – prisión de Coldwater. Comprendiendo el punto de vista de la enana
– sabelotodo, tomé a Isabella del codo y la empujé hacia la puerta.
-
Vamos a casa de Jasper, Bella. Creo que
esto le tomará un rato a mi padre y no nos necesitarán por allá. – volví mi
tono más sombrío. – Además se me ocurre algo que me gustaría verte puesto que
traje desde New Hampshire.
-
¿Qué es? – me preguntó súbitamente
interesada pero no del todo distraída del repentino acontecimiento.
-
Hay un baby doll negro y transparente de
Victoria´s Secret que pide que lo rellenes.
Me
miró a los ojos…
-
Hace mucho que no lo veo.
-
Claro que no. yo lo robé cuando te acosaba.
-
Eres un descarado.
-
Oh, amor. Cuéntame algo que no sepa- dije
con descaro antes de reír.
Se
inclinó sobre mi oído y lamió el lóbulo de mi oreja antes de hablar de nuevo y
hacerme excitar en una milésima de segundo.
-
Lo que no sabes es que las bragas están
diseñadas para que no tengas que quitármelas para penetrarme
Gruñí
y prácticamente la arrastré hacia la casa de Jasper.
Había
ciertas cosas que aún no sabía pero que tarde o temprano averiguaría. La
primera, saber cómo carajos haría lo de las bragas como me decía Isabella. La
segunda, saber el porqué no puedo leer su mente y tercero, enterarme de si ese
humano de Rosalie lograría sobrevivir a la transformación.
Porque
si alguien sabía cómo traer a alguien de las garras de la muerte ese era mi padre,
Carlisle. El hombre que me transformó y por el cual ahora estaba donde estaba.
Con el amor de mi vida en camino a realizar mi fantasía más anhelada.
¿FIN?
0000000000000
OMG
NO LO PUEDO CREER!!! DIOSSSS POR FIN!!! Me alegro hoy de poderme despedir de mi
Malote, a la 1:05 am (hora Venezuela) del día 29/04/12.
No
tengo más palabras que de agradecimiento para ustedes, chicas. Las que han
apoyado esta historia. Las que han alimentado el alma de esta autora con sus
comentarios dejados en cada actualización de ADO. Por eso y mucho
más…GRACIAS!!!!!! Por leerme y soportarme.
Mi
primer agradecimiento es para Las Hinchas de esta historia mi María Alejandra
Rojas Ruiz y Emma Emmav, por obligarme a no olvidar esta historia. A Rochii, mi
Beta y mano derecha y finalmente pero no menos importante a Lullaby que fue por
quién esta historia se hizo fic, ya que para las que no lo sepan originalmente
era una viñeta de concurso en el blog de la autora ya mencionada.
Gracias
por darme la oportunidad de expresarles mis desviaciones mentales…
Les
quiere y les adora…
*Marie K. Matthew*